jueves, 28 de enero de 2010

Me acostumbré al olor de tu almohada, a tu risa sana, el apretarme a tí con el miedo, a hablar horas y horas contigo y no cansarme, a buscarte entre la gente y ver que siempre estás ahí.
Me acostumbré a besarte siempre que quisiera, a abrazarte cada dos por tres. Me acostumbré a quererte y eso no lo cambia cualquiera, nunca.

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