lunes, 21 de junio de 2010

Como soñadora que soy, siempre estoy dándole vueltas a mi cabeza sobre qué pasará mañana, o cómo quiero que sean mis días futuros; me pregunto quién estará a mi lado o qué trabajo tendré. ¿Seguiré yendo los domingos por la tarde a sentarme en un banco del parque para simplemente observar, y en un momento preguntarme qué pasará por la mente de aquellos que caminan por delante de mí? ¿Seguiré dejando para el final la parte que más me gusta de la comida, y así comérmela con más ganas? ¿Seguiré pasando por la puerta de tu casa, para que en una de esas te asomes casi por casualidad y así poder disfrutar de tu sonrisa? Nadie puede saberlo, pero ya me encargo yo de vivir cada anochecer con la ilusión de verme algún día con la persona más bella del mundo.
Pero eso es lo que queda por venir. Las fiestas que quedan por disfrutar, las cartas por escribir; los besos que faltan por dar, los abrazos inesperados que aún vamos a recibir de parte de aquellos que más nos quieren. Quedan muchas canciones por descubrir, para que en las noches de soledad puedas imaginar que el protagonista de una bonita historia con final puedas ser tú mismo. Pero, ¿qué ocurre con aquello que ya pasó? Todos mis recuerdos, ¿se perdieron? ¿Desaparecieron los momentos que viví con cada persona que conocí? ¿Y los días que pasé en mi propia soledad? ¿Hacia dónde van a parar las palabras que me dices?
¿Hacia dónde irán los besos que me das?

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