lunes, 21 de junio de 2010

Yo no escogí enamorarme de ti, pero la primera vez que te bese, nuestros dientes se rozaron por una milésima de segundo y fue increíble. Y la hora exacta de ese beso eran las 12.10 y quite la pila del reloj para que se quedase detenida la hora para siempre, parada. El minuto exacto en el que me besaste, está metido en un reloj, para siempre y ya nunca sé que hora es, pero me da igual… y desde entonces miro constantemente el reloj.

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